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Introducción 

No cabe la menor duda que los salmos de David son una expresión divina de la forma correcta de adorar a Dios en todas las dispensaciones del pacto de gracia. No obstante, se cae en el error de pensar que son la única forma autorizada que Dios ha dado a su pueblo para que se le adore. Optar por una adoración pública y privada delimitada exclusivamente a los 150 salmos del Antiguo Testamento, es divagar en el margen de un error teológico, hermenéutico e histórico. Por ende, se argumentará a favor de una salmodia “inclusiva” dentro del marco del principio regulador y en concordancia con los estándares confesionales de Westminster. En primer lugar, se hará un barrido teológico por el Antiguo testamento argumentando por una adoración no limitada al salterio. En segundo lugar, se expondrá el testimonio de la iglesia neotestamentaria y el uso de himnos “no inspirados”. Por último, se concluirá abogando por el uso del salterio en nuestros días. 

I. Evidencia teológica de la adoración del pueblo de Dios no limitada a los 150 salmos de David. 

            Los exponentes de la salmodia exclusiva abogan por la consistencia que se debe tener en la interpretación de la revelación progresiva de Dios. Así pues, la idea del uso obligatorio de los salmos del Antiguo Testamento para la adoración corporativa, argumentando que por buena y necesaria consecuencia es lo que se deduce de las sagradas escrituras.[1] El Dr. Ryan McGraw profesor de teología sistemática del seminario teológico Greenville explica: 

“El término buena y necesaria consecuencia se refiere a doctrinas y preceptos que son verdaderamente contenidos y destinados por el autor divino en la escritura, aunque no son encontrados o decretados en la superficie del texto, y deben ser legítimamente inferidos de uno o dos pasajes de la escritura. Como la frase indica estas inferencias deben ser buenas o legítimamente establecidas y extraídas del texto. En adición, deben ser necesarias, lo contrario a impuestas o arbitrarias”.[2]

De esta manera argumentan que del cántico de Moisés en Dt 32, del cántico de Débora y de Barac en Jue 5, del cántico de María y Zacarías en Lc 1:46-56; 67-79, o del nuevo cántico de Ap 5:9-10, no se puede inferir una legitimidad de nuevos cánticos en la iglesia del Nuevo Testamento, dado que se sitúan en contextos de victoria de guerra, o en una dispensación diferente del pacto de gracia. Esto pues, dicen ellos, se deduce por la buena y necesaria consecuencia. Por lo tanto, no deben ser usados otros cánticos diferentes a los de los 150 salmos del Antiguo Testamento, puesto que Dios sólo autorizó a los salmistas escribir cánticos de adoración.[3]

            En contraste se puede evidenciar claramente el error teológico y hermenéutico de dicha posición. Los salmos fueron escritos en un periodo de más de cientos de años.[4] Esta revelación progresiva indica que a Dios le plació que su pueblo le adorará por sus maravillas[5] las cuales se desarrollan en periodos de tiempo, y como Dios no solo obró hasta que los salmos fueron escritos y documentados, no cabe duda de que por buena y necesaria consecuencia se puede deducir, que si la adoración se debe llevar a cabo en congruencia con las maravillas de Dios: 

“¿Cómo podemos negar a la iglesia en la tierra la alegría y el privilegio de alabar a Dios y adorar al Cordero que fue inmolado? ¿Cómo podemos cantar sin nombrar nunca el nombre de Jesús? ¿Cómo podemos hablar de la poderosa victoria de Cristo encarnado en las sombras y no de forma clara, rica y completa? Si nuestros himnos reflejan fielmente la doctrina del Nuevo Testamento, y expresan ricamente la gloria de Dios y la obra de Cristo, creemos que estamos haciendo lo que es aceptable para el Señor”.[6]

II. Evidencia histórica de la adoración de la iglesia del periodo Novo testamentario. 

No hay que caer en la falacia apologética muy usada en nuestros días de utilizar la historia de la iglesia como regla de fe y conducta. No obstante, se comprende por la palabra de Dios que en Su beneplácito Dios ha constituido pastores y maestros para la edificación de su pueblo (Ef 4:11-16) quienes construyen sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef 2:20). No sería sabio entonces negar el hecho de que la iglesia primitiva era celosa por la fe una vez dada a los santos (Hch 17:10-12) y Dios continúa preservando su iglesia de las artimañas del error hasta nuestros días por la promesa de Jesús: “sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”[7]

Se ha establecido en la primera sección de este ensayo la forma progresiva en la que la adoración se desarrolla en la historia de la redención. Por esto y lo anteriormente expuesto, si se puede demostrar que la iglesia primitiva no solo cantaba los salmos del A.T, sino también himnos “no inspirados” para la adoración pública y privada, no habría razones para mantener una posición de “exclusividad salmódica”. 

En primer lugar, en el libro de los Hechos 4:24-31 algunos exégetas parecen afirmar que está escrito en forma poética, más precisamente una canción. En el Reporte del comité de la OPC acerca de la adoración presentado de forma parcial a la Decimotercera Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa (1946) estípula: “También hay buenas razones para creer que la oración de la iglesia primitiva en Hechos 4:24-31 fue cantada”[8]. Cualquiera podría objetar que al final del versículo 31 es evidente que es una oración, pero no existe tal objeción con las oraciones que se encuentran en el libro de los Salmos. Usando la lógica exclusivista ¿Deberíamos entonces solo orar las oraciones que se hallan en los salmos? 

En segundo lugar, parece haber evidencia histórica de que la iglesia de los primeros siglos siguió este patrón. Según Hughes Oliphan Old en su libro acerca de la adoración escribe: 

“No hay duda de que los primeros cristianos escribieron himnos a Cristo y los cantaron en su adoración al lado de los salmos que cantaban como profecías cumplidas del mesías venidero. De hecho, muy poco después de los tiempos del Nuevo Testamento, leemos en una de las cartas del gobernador romano Plinio el Joven (61-ca. 113) al emperador Trajano (53-117) una breve descripción de un culto cristiano. Dice claramente que los cristianos cantaron himnos a Cristo”[9]

Estos himnos claramente no son una referencia directa a los 150 salmos del AT. Son una evidencia de un cántico nuevo (Sl 96:1) entonado por una iglesia Novo Testamentaria. Se puede apreciar que el objeto de su adoración era el Cristo ascendido, así pues, tenían el fruto de labios que confiesan el nombre de Cristo morando en abundancia en sus corazones; no necesariamente refiriéndose a los Salmos del AT. 

III. Por una salmodia “inclusiva”[10] en nuestros días. 

             Al comparar estas evidencias se concluye que no existe una salmodia “exclusiva” a la cual debamos aferrarnos para una adoración agradable a Dios, aunque debe admitirse que los salmos siempre han sido una buena guía para los cánticos de la iglesia contemporánea. Tratar de excluirlos por completo sería cometer un error garrafal, dado que es un mandamiento claro del Apóstol Pablo cuando dice que debemos: “cantar con gracia en nuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”.[11]La palabra traducida salmos, es la misma palabra que utiliza el Apóstol Pablo para referirse a los salmos del Antiguo Testamento; además, En la confesión de fe de Westminster, capítulo 21: de la adoración, sección 5, se enfatiza esto mismo, aunque el término no se limitaba exclusivamente al Salterio[12]. Por lo cual no podríamos objetar que deben ser parte de nuestra adoración tanto pública como privada.

            Lastimosamente los salmos han sido cada día más olvidados en la adoración de la iglesia contemporánea. Al ser escritos por el mismísimo dedo de Dios, son una perfecta forma de elevar nuestros cánticos y oraciones a Él. No son el único elemento regulado por Dios para su propia adoración, ni los cristianos de la iglesia primitiva, medieval o reformada lo entendieron de esta manera; sin embargo, son muchas las razones por las cuales deberían ser entonados cada vez que el pueblo de Dios se reúne en la adoración corporativa, así como todos los días de la semana en los devocionales familiares. 

Bibliografía

Gordon, T. David. «The Israelites Were Not Exclusive Psalmists (Nor Are We)», febrero de 2014. https://opc.org/os.html?article_id=404.

Johnson, Terry L. «Restoring psalm singing to our worship». En Give praise to God: a vision for reforming worship: celebrating the legacy of James Montgomery Boice, editado por James Montgomery Boice, Philip Graham Ryken, Derek Thomas, y J. Ligon Duncan, 257-86. Phillipsburg, N.J: P & R Pub, 2003.

Marsden, Robert S., R.B Kuiper, W. Kuschke, John Murray, John H. Skilton, Edward J. Young, y William Young. «Report of the Committee on Song in Worship Presented to the Thirteenth General Assembly, on the Teaching of Our Standards Respecting the Songs That May Be Sung in the Public Worship of God», s. f. https://www.opc.org/GA/song.html.

McGraw, Ryan M. By good and necessary consequence. Explorations in Reformed confessional theology. Grand Rapids, Mich: Reformation Heritage Books, 2012.

Naylor, Peter J. «What should we sing?», 16 de mayo de 2008. https://banneroftruth.org/us/resources/articles/2008/what-should-we-sing/.

Old, Hughes Oliphant. Worship: Reformed According to Scripture. Rev. and Expanded ed. Louisville, Ky.: Westminster John Knox Press, 2002.

Van Dixhoorn, Chad B. Confessing the Faith: A Reader’s Guide to the Westminster Confession of Faith. Edinburgh, Scotland: The Banner of Truth Trust, 2016.


[1] Robert S. Marsden et al., «Report of the Committee on Song in Worship Presented to the Thirteenth General Assembly, on the Teaching of Our Standards Respecting the Songs That May Be Sung in the Public Worship of God», s. f., https://www.opc.org/GA/song.html.

[2] Ryan M. McGraw, By good and necessary consequence, Explorations in Reformed confessional theology (Grand Rapids, Mich: Reformation Heritage Books, 2012), 3. Traducción del autor. 

[3] 1 Cr 6 :31-48; 23:5; 25:1-8; 2 Cr 29:25-30, RVR1960. 

[4] T. David Gordon, «The Israelites Were Not Exclusive Psalmists (Nor Are We)», Ordained Servant Online febrero de 2014, https://opc.org/os.html?article_id=404.

[5] Sal 9:11; 13:6; 66:1; 67:4; 92:4; 95:1; 96:1; 98:1; 105:2; 139:14.

[6] Peter J. Naylor, «What should we sing?», 16 de mayo de 2008, https://banneroftruth.org/us/resources/articles/2008/what-should-we-sing/. Traducción del autor. 

[7] Mt 16:18.

[8] Robert S. Marsden et al., «Report of the Committee on Song in Worship Presented to the Thirteenth General Assembly, on the Teaching of Our Standards Respecting the Songs That May Be Sung in the Public Worship of God», s. f., https://www.opc.org/GA/song.html. Traducción del autor.

[9] Hughes Oliphant Old, Worship: Reformed According to Scripture, Rev. and expanded ed (Louisville, Ky.: Westminster John Knox Press, 2002), 39. Traducción del autor. 

[10] Terry L. Johnson, «Restoring psalm singing to our worship», en Give praise to God: a vision for reforming worship: celebrating the legacy of James Montgomery Boice, ed. James Montgomery Boice et al. (Phillipsburg, N.J: P & R Pub, 2003), 278.

[11] Col 3:16.

[12] Chad B. Van Dixhoorn, Confessing the Faith: A Reader’s Guide to the Westminster Confession of Faith (Edinburgh, Scotland: The Banner of Truth Trust, 2016), 301-3.

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De “Mejores amigos” a novios sin título: Las amistades con el sexo opuesto pueden convertrse en un gran pecado

Introducción: En este ensayo exploro las mentiras que se creen en medio de estas “amistades” con el sexo opuesto, junto con las verdades bíblicas y prácticas que están detrás de estas relaciones. A través de mi experiencia personal expongo las consecuencias del pecado y demuestro cómo la gracia de Dios puede intervenir para ayudarnos a salir de estas situaciones. La profundización en este tema es producto de una reflexión aplicada a los jóvenes sobre el matrimonio expuesto en los párrafos 2 y 3 del capítulo 24 de la confesión de fe de Westminster.

Una amistad cercana con el sexo opuesto se torna rápidamente en un noviazgo sin título

Desde pequeño siempre quise tener una relación romántica como la de mis padres. En la adolescencia conocí a varias chicas con las que tenía mucho en común, pero no llegué a tener un noviazgo con ninguna. Por providencia divina, me mudé a otra ciudad y allí conocí a una chica impía. A pesar de haber sido un “cristiano” durante toda mi vida, estaba cansado de mi fe en ese momento. Comencé un noviazgo a escondidas con ella y descubrí cómo se sentía tener una relación romántica. Por la gracia del Señor, no llegamos demasiado lejos antes de que mis padres me ayudaran a volver al camino.

Más tarde conocí a la hija del pastor, la chica más hermosa y dulce que he visto en toda mi vida. Comenzamos una amistad que se fue haciendo más íntima y que, a pesar de que sabía que algo no estaba bien, no pude terminar. Afortunadamente, la providencia divina intervino de nuevo cuando tuve que mudarme a la capital y, aunque algunos kilómetros nos distanciaban, la relación se tornó más romántica por WhatsApp. Finalmente, el Espíritu Santo usó una conversación sobre sentimientos y romance con un hermano en la fe para hacerme entender el pecado en el que estaba. Sabía que estaba matando mi relación con Dios y buscaba llenar el vacío de mi corazón con una relación que ni siquiera era oficial. 

Algunas mentiras que creemos en medio de estas relaciones

Creer que la felicidad solo puede obtenerse desobedeciendo a Dios. Satanás nos vende la mentira de que solo podemos obtener felicidad despreciando el diseño de Dios para nuestras vidas. Quería hacer las cosas a mi modo, actuando impíamente sin considerar lo que Dios tenía para decir con respecto a las relaciones y los sentimientos; los cuales no son pecado si se desarrollan dentro del tiempo y diseño divino.

Creer que podemos jugar con las brasas de la tentación sin quemarnos con el pecado. Cuando estamos enamorados, podemos actuar como necios y creer que tenemos la razón en todo. Sin embargo la verdad es que no podemos sostener una amistad cercana con alguien del sexo opuesto sin que nuestro corazón arda en pasión tarde que temprano. El pecado es evidente en medio de estas relaciones y nuestros pensamientos nos llevan a imaginar diversos escenarios con nuestra enamorada. Aunque pensemos que lo haremos cuando nos casemos, Jesús dijo que ya hemos pecado en nuestro corazón (Mt. 5:28). Como dice el proverbio, no podemos tomar fuego en nuestro seno sin quemarnos (Pr. 6:27).

Crees que eres Dios y que tienes todo bajo control. Tenía un plan perfecto: mantener una relación cercana con ella mientras estaba en aquella ciudad, volver a la capital para estudiar, trabajar y cumplir la edad necesaria, regresar por ella y casarnos. Creía firmemente que ella sería mi esposa, aunque sabía que los factores externos podían intervenir en nuestros planes (debo confesar que no pierdo la esperanza de que tal vez, si es la voluntad del Señor, pueda serlo). Pero no somos Dios, solo Él sabe quién será nuestra esposa y cuándo será nuestro matrimonio. Podría suceder que, por alguna razón, no podamos casarnos cuando queremos o incluso muramos antes. El enamoramiento encaprichado y alimentado nos hace creer que tenemos el control de todo, pero en realidad solo somos orgullosos que nos rehusamos a escuchar los consejos, sabemos que debemos cambiar, pero nos rehusamos con todas nuestras fuerzas a hacerlo.

Creer que porque no hay besos no hay pecado. Creemos la mentira de que no pecamos si no intercambiamos besos, caricias o relaciones sexuales. Pero la Palabra del Señor dice que el que sabe hacer lo bueno y no lo hace peca (Stg. 4:17). Además, confundimos el enamoramiento con el verdadero amor de acuerdo a las escrituras (1 Cor. 13). En realidad, ese amor que sentimos es un amor por nosotros mismos y nuestra necesidad de llenar el vacío de nuestro corazón.

Este amor propio nos lleva a sentir celos hacia cualquier persona que se relacione con nuestra enamorada y a querer tener la preeminencia sobre ella. Es grave que, por seguir nuestras emociones, podemos llevar a otra persona a pecar y ser piedra de tropiezo para quienes son más débiles en su fe (Mt. 18:6). La cultura del mundo ha normalizado las “amistades” cercanas con el sexo opuesto, y muchos jóvenes adoptan el térmido de “mejor amiga” como una forma de tener una relación de noviazgo disfrazada. La intimidad que se desarrolla en estas relaciones es profunda y peligrosa, puede generar los mismos sentimientos que un beso en el corazón de un adolecente.

Cómo dice Mathew Henry en su comentario respecto a jugar con el pecado: “El camino de este pecado es cuesta abajo, y los que se aventuran en las tentaciones a él difícilmente escapan del pecado mismo… Es un pozo profundo, en cuyo borde es una locura aventurarse”.[1]

Creer que somos lo suficientemente maduros para mantener una relación de noviazgo a pesar de no poder casarte a corto plazo. Solía pensar que estaba lo suficientemente maduro como para tener una relación seria con miras al matrimonio, pero me di cuenta de que estaba equivocado. Creía que solo necesitaba dinero y la edad para casarme, pero no podía sostenerme a mí mismo, ni siquiera mantener una relación saludable con Dios. Admito que no era capaz de ejercer dominio propio en medio de mi soltería, y era un falto de carácter. Generaba inestabilidad en la relación, no era valiente para hacer lo correcto ante el Señor. Si no tenía la hombría y madurez para tomar decisiones que agradaran a Dios, ¿cómo podría liderar un hogar y proteger el corazón de una esposa?

Las verdades que destruyeron estas mentiras.

Hay verdadero gozo y bienaventuranza en la obediencia. En mi corta vida, he experimentado la alegría y bendición de obedecer y seguir el diseño de Dios según su Palabra. Aunque no siempre es fácil, el Espíritu de Dios nos da la fuerza y alegría para hacerlo. Me gusta la propuesta de John Piper de vivir un cristianismo hedonista, ya que Dios es más glorificado en nosotros cuando más satisfechos estamos en Él.[2] Como el salmista, Dios es nuestra suficiencia y no necesitamos nada más para ser felices (Sal. 16). Mientras leía “Soltero por Ahora” de Marshal Segal, me cautivó una frase que me ha dado esperanza: “En cada paso de tu búsqueda del matrimonio, mira a Dios. Solo en Él hay esperanza de encontrar la verdadera felicidad. Él es el autor de toda historia de amor entre dos creyentes”.[3]

Debes huir de la tentación y las pasiones juveniles. En este tema, es importante tener en cuenta la advertencia de Juan Calvino: “Pero evita las cuestiones necias y poco instructivas”.[4] Calvino llama necias a estas cuestiones porque no nos llevan a crecer en la fe y no contribuyen en nada a la piedad, por más agudeza y satisfacción que demuestren.

Como jóvenes, somos vulnerables a pesar de nuestra sensación de invencibilidad. Por lo tanto, no debemos tomar a la ligera la ordenanza del Señor de huir de la tentación. Debemos seguir el ejemplo de José y Timoteo, huyendo de las pasiones juveniles y ejercitándonos en la piedad diariamente como atletas de alto rendimiento para alcanzar la corona de gran precio. No debemos arriesgar la bendición que Dios nos promete y puede darnos en el momento apropiado, dentro del matrimonio si es Su voluntad. No vale la pena arriesgar toda Su bendición por unos segundos de placer fugaz.

No somos Dios y nada está realmente bajo nuestro control. Aunque al principio fue difícil aceptar que no sabía con quién ni cuándo me casaría, ahora encuentro aliento en la verdad de que hay muchos factores fuera de mi control que sólo dependen de la mano soberana de Dios. Esta verdad me enseña a descansar en Él y abandonarme a Su voluntad. Dios ya sabe quién será mi pareja y cuándo ocurrirá, así que no debo preocuparme. Confío en que Él cuidará de mí como ha hecho hasta ahora y seguirá haciendo hasta que lo vea cara a cara. Como el Ps. John Piper dijo en un devocional, estamos agradecidos por la gracia que Dios ha mostrado hasta ahora y podemos confiar en Su gracia futura para sostenernos hasta el fin.[5]

Guarda lo que es de tu esposa para tu esposa. “Cualquier mujer que no sea tu esposa, no es tu esposa”.[6] Aunque en mi mente ya lo era, no vivíamos juntos, no teníamos contacto físico, y otras cosas propias del matrimonio. Sin embargo, experimentamos mucha intimidad que solo es apropiada bíblicamente dentro del contexto del matrimonio.A pesar de que ella no era mi esposa, le entregaba mi corazón, mis “Te amo”, todo mi afecto y romance, confiando solo en la posibilidad de que se casara conmigo. Lamentablemente, hemos menospreciado el diseño de Dios para el matrimonio y lo hemos convertido en algo barato.

Es una Inmadurez creer que estamos listos sin estarlo. Como varones, es nuestra responsabilidad entender el rol de liderazgo bíblico que un esposo debe ejercer en su hogar, representando el gobierno de Cristo sobre su iglesia. Debemos ser capaces de proveer para nosotros mismos y para nuestra futura esposa, tener madurez teológica para corregir errores y enseñar el verdadero significado de las Escrituras, y guardar nuestra santidad. Si no entendemos el significado del matrimonio y nuestro rol en él, si no podemos cuidarnos a nosotros mismos y somos bebés espirituales, o si vivimos en pecado, entonces no estamos listos para casarnos. Todavía tengo mucho que aprender y crecer, pero confío en la ayuda del Espíritu Santo y de mi iglesia local para saber cuándo estaré listo para el matrimonio, si es la voluntad de Dios.

En Búsqueda de restauración

Aunque nuestro pecado es grave, contamos con un abogado ante el Padre y la gran esperanza de la redención por el precio que Cristo pagó en la cruz. A veces, pensamos que el evangelio no es para nosotros, que hemos hecho tanto mal que no podemos ser perdonados, negando así la inmensa gracia de Dios que envió a su Hijo para que todo aquel que crea en Él sea perdonado. 

Como creyentes, Dios no nos permite vivir en el pecado, sino que nos corrige y nos guía hacia el camino correcto. Debemos arrepentirnos ante el Señor y buscar ayuda en la iglesia local, donde podemos encontrar exposición fiel a la Palabra de Dios, hermanos con experiencia, pastores y ancianos sabios que nos aman y desean lo mejor para nosotros. Al buscar ayuda, debemos tener cuidado de buscar consejos que se alineen con la Palabra de Dios y no con nuestros deseos.

Debemos renunciar a lo que nos aleja de Dios y apoyarnos en nuestra iglesia local para superar las pruebas que se nos presentan. Debemos permitir que el dolor sea un potenciador para nuestra relación con Dios y recordar que todo sacrificio que hacemos por causa de Cristo no es en vano.

Conclusión: Las relaciones románticas deben ser guiadas por la voluntad de Dios y no por nuestras pasiones, siendo la felicidad y la plenitud sólo encontradas en Cristo, no en ninguna otra persona. Mantener una amistad cercana con el sexo opuesto sin caer en la tentación es un engaño peligroso al que no debemos dar cabída. No podemos controlar todos los aspectos de nuestras relaciones amorosas, por lo que debemos confiar en la providencia divina y buscar la guía de Dios. Debemos buscar llenar nuestro corazón con la Palabra de Dios y permitir que Él dirija nuestras relaciones románticas. La verdadera satisfacción solo se encuentra en Él, por lo que nuestra prioridad debe ser siempre agradar a Dios y confiar en Su plan perfecto para nuestras vidas.

BIBLIOGRAFÍA

Calvino Juan, “Calvin’s Commentary on the Bible.” StudyLight.org. https://www.studylight.org/commentaries/eng/cal/2-timothy-2.html. Último acceso 23 de febrero 2023.

Henry Matthew. “Henry’s Complete Commentary on the Bible.” StudyLight.org. https://www.studylight.org/commentaries/eng/mhm/proverbs-6.html. Último acceso 23 de febrero 2023.

Piper John. “Grace for the New Year.” desiringGod. https://www.desiringgod.org/articles/grace-for-the-new-year. Último acceso 23 de febrero 2023.

 Piper John. “God Is Most Glorified in Us When We Are Most Satisfied in Him.” desiringGod. https://www.desiringgod.org/messages/god-is-most-glorified-in-us-when-we-are-most-satisfied-in-him#full-audio. Último acceso 23 de febrero 2023.

Segal Marshall. Soltero por ahora. Wheaton, Illinois: Poiema, 2018.


[1] Matthew Henry, “Henry’s Complete Commentary on the Bible,” StudyLight.org, https://www.studylight.org/commentaries/eng/mhm/proverbs-6.html, último acceso 23 de febrero 2023.

[2] John Piper, “God Is Most Glorified in Us When We Are Most Satisfied in Him,” desiringGod,https://www.desiringgod.org/messages/god-is-most-glorified-in-us-when-we-are-most-satisfied-in-him#full-audio, último acceso 23 de febrero 2023.

[3] Marshall Segal, Soltero por ahora, (Wheaton, Illinois: Poiema, 2018), 142.

[4] Juan Calvino, “Calvin’s Commentary on the Bible,” StudyLight.org, https://www.studylight.org/commentaries/eng/cal/2-timothy-2.html, último acceso 23 de febrero 2023.

[5] John Piper, “Grace for the New Year,” desiringGodhttps://www.desiringgod.org/articles/grace-for-the-new-year, último acceso 23 de febrero 2023.

[6] Segal, Soltero por ahora, 187.

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Desafortunadamente entre los cristianos de hoy en día, existen muchas controversias doctrinales que han llevado a las iglesias a caer en el error y en la apostasía, y por esto se encuentran preguntas como: ¿qué pasa con los cristianos que expresaban una fe en Cristo, y luego se apartan y repudian esa fe?, ¿o que les dicen que serán salvos por medio de una oración de fe?, ¿se puede perder la salvación o más bien, se puede caer del estado de gracia parcial o definitivamente?.

Estos interrogantes serán los que se resuelvan a través de este estudio, y para ello se utilizará, evidentemente la palabra de Dios y la Confesión de Fe de Westminster (CFW), donde en su capítulo 17, se resume el concepto reformado de lo que algunos tienden a llamar la Seguridad Eterna, donde ésta afirma que, un verdadero creyente no puede caer ni total, ni definitivamente del estado de gracia. O sea “una vez salvos, siempre salvos”, se pretende reforzar la evidencia de esta afirmación respaldada con argumentos contundentes encontrados en la Sagradas Escrituras.

I. Argumentos que defienden la doctrina de “una vez salvos, siempre salvos”.

En realidad esta doctrina, según la CFW es llamada la doctrina de la perseverancia y de la seguridad de los santos, este capítulo enseña lo siguiente: A. Primer párrafo: Que el creyente verdadero, cuando ha sido ya regenerado y justificado por Dios, nunca caerá total ni finalmente de la gracia, sino que perseverara en ella hasta el fin.

Según el griego meno la palabra perseverar significa morar, permanecer, continuar; prosmeno, permanecer aún más, empleado metafóricamente para indicar la adhesión a una persona, una lealtad persistente, y la continuación de algo, p.ej. perseverar en la gracia de Dios1. Teniendo en cuenta la definición anterior y el primer párrafo de la CFW, se puede deducir que, Dios en su plan de salvación tenía un propósito eterno para su pueblo: Los eligió desde la fundación del mundo, los redimió a través de su hijo Jesucristo y los regenera en el poder del Espíritu Santo. Por tanto, un creyente verdadero que ha sido redimido por Cristo y regenerado por el Espíritu Santo su convierte en un cristiano genuino, santo y nunca retrocede y siempre persevera hasta el fin.

En las sagradas Escrituras en la epístola de Pablo a los Filipenses, él les expresa confianza no solo en el gozo por la gracia de Dios, sino que les dice que perseveraran en esa gracia hasta que su salvación sea completa, “el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionara hasta el día de Jesucristo”, (Fil. 1:6) la biblia lo enseña claramente. Si El comienza una buena obra la finaliza. Sin embargo se debe aclarar que Dios esta obra la comienza en sus elegidos, santos a los que creen sinceramente que Jesus es su salvador.

La seguridad de fe en la doctrina reformada asegura que, los creyentes por la gracia de Dios a través de su hijo Jesucristo, han recibido el perdón total de sus pecados y heredaran la vida eterna. Increíblemente el mismo Jesucristo declaro

1 Alfonso Ropero, Gran diccionario enciclopédico de la biblia. (Barcelona, España: Editorial Clie, 2013) ,1965.

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que nunca perdería a ninguna de sus ovejas, ni siquiera una. “yo les doy vida eterna y no perecerán Jamás, ni nadie las arrebatara de mi mano”, es una certeza profunda y confiable: “mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn. 10:28,29), Dios es omnipotente, tiene un poder absoluto e ilimitado y demostró su amor al mundo enviando a su hijo unigénito, a morir por los pecados de su pueblo, y todo aquel que crea absolutamente en esta verdad, heredara la vida eterna y no tendrá condenación. (Jn. 3:16,36; 5:24; 6:39).

Aun así todo creyente debe saber que aunque Dios los preserva por su gracia, debe perseverar hasta el fin en su santificación, ya que el hombre es incapaz por sí mismo de hacer el bien porque ama demasiado el mal y tiende a pecar, pero el que es nacido de Dios no practica el pecado, el Apóstol Juan lo confirma “todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar porque es nacido de Dios”. (1 Jn. 3:9). Todo el que es nacido de nuevo, empezara su santificación en obediencia, alimentándose de la palabra y viviendo una vida de humildad, eso sí dependiendo del Espíritu Santo de Dios. También la escritura asegura que es por su poder que Dios los protege “mediante la fe para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero”. O sea que los creyentes deben estar seguros al confiar en Cristo porque obtendrán el galardón de la salvación: “el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” (1P. 1:5,9).

B. Segundo párrafo: Que la causa de la certeza de esa perseverancia, no depende de la voluntad de los santos, sino de la inmutabilidad del decreto de

elección, del pacto eterno de gracia, de los méritos e intercesión de Cristo y el poder preservador del Espíritu Santo.

Lo que quiere decir la confección en primer lugar, es que la certeza de la perseverancia, no depende del creyente, sino solamente de la voluntad de Dios, ya que decreto inmutablemente desde el principio que son suyos y los ha escogido para ser salvados en su hijo Jesucristo. Ese decreto no cambia, es para siempre. “el Señor conoce a los suyos”. (2 Ti. 2:18,19). Esto significa más claramente, que Dios escogió a algunos desde la eternidad para ser salvos y determina con certeza que sus elegidos irán al cielo.

En segundo lugar ese decreto de elección fluye del amor libre e inmutable de Dios Padre, esto quiere decir que el amor de Dios es eterno, no cambia, es inmutable es leal, y los más sorprendente es que no se basa en ningún mérito o justicia prevista en los humanos, simplemente Dios trabaja en ellos, crea la fe en las personas, las lleva al arrepentimiento y nunca los suelta de su mano. En las Escrituras se encuentra esta sorprendente y soberana gracia: en Jer. 31:3 “con amor eterno te he amado; por eso te prolongue mi misericordia”, donde Dios ama a su pueblo a pesar de que eran pecadores. Este amor firme también lo traduce Pablo en Romanos 8:29 donde dice que aquellos que Dios conoció antes, los amo de antemano, los ha predestinado al cielo, los ha justificado y glorificado, su amor es inquebrantable, y no importa cuanto lo defrauden o caigan en pecado, Él no los soltara de su mano, y esto es, según la CFW, el amor inmutable de Dios. (Rom. 5:8).

En tercer lugar, la confesión afirma que esa perseverancia de los santos depende de la eficacia del mérito y de la intercesión de Jesucristo. En otras palabras, la permanencia de los santos de la fe cristiana se basa en el sacrificio única de Cristo, quien murió y llevo sobre si todos los pecados de su pueblo, tanto los pasados, presentes y futuros, entonces ese pueblo no puede ir al infierno ya que El recibió el castigo a fin de que sus elegidos reciban la promesa de la herencia eterna. (Heb 13: 20, 21; 9:12 15).

Aparte de la obra de Dios y de su hijo, también el creyente cuenta con el Espíritu Santo, que es la garantía que el creyente no se perderá y que lo ayuda a perseverar hasta el fin. Ya que los consagra para Dios, los instruye y evita que los elegidos practiquen el pecado (1Jn. 3:9), (Jn. 14:16, 17).

C. Tercer párrafo: Que sin embargo, el creyente verdadero pude caer en pecados graves por algún tiempo, por lo cual atraerán el desagrado de Dios y contristaran a su Espíritu Santo. Ejemplo de esta verdad, se ve a lo largo de las escrituras tanto en el AT, el rey David que era obediente, temeroso y fiel servidor de Dios, cae en tentación que lo lleva al adulterio, la mentira y al asesinato. Sin embargo, es amonestado por el profeta Natán, se arrepiente de su pecado y aunque pago las consecuencias fue restaurado por Dios; en el NT, es la historia de Pedro, que niega a Jesus tres veces, sin embargo es restaurado y se convierte en uno de los discípulos más importantes de la humanidad. Pablo enseña que a pesar de estos retrocesos el pecado no se “enseñoreara de vosotros” (Rom. 6:14).

Sin embargo hay que tener en cuenta, que hay personas que profesan ser cristianas, pero que realmente nunca lo fueron (2Tim. 3:5), que aparecen como

ángeles de luz, pero son del diablo (2 Cor. 11:14), que predican el evangelio pero están perdidos, como en el caso de Judas. Ante esto Jesus responde “nunca os conocí; apartados de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:23). Por tanto, los cristianos genuinos, no deben descuidar los medios de gracia para no caer en las tentaciones del mundo y de satanás.

II. Argumentos en contra de la doctrina.
Según Archibal Alexander en su libro, comentarios de la CFW, habla

acerca de los arminianos que sostienen: que Dios elige personas para la vida eterna y que estos la reciben voluntariamente; que Cristo murió por la salvación de todos los hombres, no de algunos; que todos los hombres disfrutan de las mismas influencias del Espíritu Santo, solo que los regenerados cooperan con la gracia y los no regenerados la resisten. La iglesia romanista declara en sus confecciones que, el hombre justificado no pude caer de la gracia, pero si cae y peca es que verdaderamente nunca fue justificado y que es maldito2.

Estas declaraciones han sido refutadas con los argumentos expuestos anteriormente en la CFW y sustentadas con las Sagradas Escrituras, donde Dios revela el propósito de su gracia, donde cada creyente persevere en su fe y obediencia hasta la muerte, y por tanto nunca caerá de la gracia y nunca lo soltara de su mano. Edwin Palmer en su libro doctrinas claves da una descripción sencilla y breve de la perseverancia de los santos: “una vez salvo siempre salvo. Es uno

2 Archibal Alexander Hodge, Comentario de la confesión de fe de Westminster (Terrassa Barcelona, Editorial Clie, 1987), 214

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de los pensamientos más grandiosos de la Biblia: una vez que uno haya creído no se puede perder, nunca ira al infierno. Cristo será siempre su salvador3”.

En conclusión, se puede deducir que, después de que un creyente obtiene la salvación, no la pierde. Dios por su gracia hace que el Cristiano persevere voluntariamente, el coloca tanto el “hacer como el querer por su buena voluntad” (Fil. 2:13). Cuando Dios predestina a alguien, lo predestina a la santidad, no al pecado. Un cristiano genuino nunca practica el pecado, aunque si pueden retroceder temporalmente y caer en él, pero son restaurados por medio del arrepentimiento y fe por el Espíritu Santo de Dios. Hay personas que se hacen llamar cristianos, pero nunca lo fueron realmente, son hipócritas. Dios disciplina al creyente con el fin de restaurarlo y preservarlo y demuestra su amor incondicional, ya que envió a su único hijo Jesucristo, a cargar con todos los pecados de sus elegidos y salvarlos de una condenación eterna.

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3 Edwin H. Palmer, Doctrinas Claves manual de estudio, 2a. ed. (Carlisle, Pennsylvania: El Estandarte de la Verdad 1997) , 53

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Bibliografía

Dixhoorn. Chad Van, La fe que confesamos una guía de estudio a la confesión de fe de Westminster. Trad Timoteo Sazo Edinburgh: El estandarte de la verdad, 2016.

Hodge, Archibal Alexander. Comentario de la confesión de fe de Westminster. Terrassa Barcelona: Editorial Clie, 1987.

Palmer. Edwin H, Doctrinas Claves manual de estudio, 2a. ed. Carlisle, Pennsylvania: El Estandarte de la Verdad, 1997.

Ropero. Alfonso, Gran diccionario enciclopédico de la biblia. Barcelona, España: Editorial Clie, 2013.

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Salmo 121

"Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre."

Bible Verse of the Day

Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.